He crecido con la saga God of War, un hack and slash de PS2 que creó escuela y se convirtió rápido en un obligatorio. Todos le pillamos cariño a Kratos y sus magnicidios y acabó siendo característica esa violencia explícita, que se hizo realmente aparente en su tercera parte.
Su creador fue David Jaffe y el relevo se dió a Cory Barlog (que ya había trabajado en el God of War original). Con God of War Ascension la saga llegó a su tope, estancandose. El estudio de Santa Mónica pasaba por momentos difíciles, todo esto podéis verlo en el documental que subió Sony sobre God of War aquí. La cabecilla de Santa Mónica, Shannon Studstill sabía que God of War necesitaba algo fresco y acudió de nuevo a Cory Barlog, que había abandonado el estudio en abril de 2013.
Con esta nueva entrega de 2018 era necesario para Kratos convertirse en un personaje hecho y derecho, no solo un tío enfadado que lo mata todo. Ver a este Kratos, el nuevo Kratos, es una maravilla. Sabes su pasado y hay claramente una evolución. Vemos a un Kratos alejado de su tierra, viviendo como un mortal y con una familia, Atreus y Faye. El juego comienza con la incineración de Faye y nuestra misión es cumplir su última voluntad: esparcir sus restos en la montaña más alta del reino. Aquí empieza nuestro viaje con un hijo que apenas conocemos, porque Kratos sigue siendo Kratos hasta en su nueva vida.
La historia es una maravilla, tiene varios momentos que se han convertido en mis favoritos, ver cómo se relacionan, cómo avanza esa relación paternal, el esfuerzo de ambos personajes por adaptarse entre sí, sus roces, etc… El juego está detallado hasta decir basta, os habréis dado cuenta que Kratos habla de forma diferente al resto de personajes, Kratos es espartano y como buen espartano está educado en el laconismo, forma de expresarse breve y concisamente, útil en combate para desarmar discursos largos y demagógicos. Este detalle no estaba en anteriores entregas. No quiero decir nada más porque merece la pena verlo por ti mismo.
El combate es frenético, como la saga ya nos había acostumbrado, pero aquí va un pasito hacia delante. Veo inspiración en la saga Souls para las batallas, pero sin que sea frustrante, solo un poco más desafiante de lo que era (a no ser que juegues en dificultades altas o conozcas a ciertas compañeras). La vibración acompaña cada mazazo que Kratos arremete contra el enemigo y te hace sentir cada golpe. Suma muchísimo a esta experiencia su sencillez en los controles.
Tienes tus habilidades y tu equipo, que puedes ir adaptando y mejorando según la situación. No tienes un inventario lleno de cosas, tienes lo necesario y es fácil de entender.
No faltan los famosos coleccionables, no suelen gustar mucho porque suele haber cientos, pero en este caso no creo que molesten. Aquí te dan información del mundo, como los paneles de madera con leyendas nórdicas que Atreus lee. O los cuervos de Odín, el coleccionable más odiado, pero que nadie se ha parado a pensar en su utilidad narrativa. Estos cuervos son los ojos de Odín y espían prácticamente todo lo que hacen Kratos y su hijo.
Su mundo abierto no es muy grande y se abarca con facilidad. Personalmente prefiero este tipo de mundos, pequeños pero llenos de cosas que hacer. Una de las mejores cosas es el desplazamiento, siempre hay una historia que escuchar mientras vas en barca o usas el viaje rápido.
En definitiva, a todos los que en su momento estabais indecisos porque “esto no se veía como un God of War”, tenéis que jugarlo, es una maravilla y encima en plano secuencia. Hubo revuelo por el tema de la violencia, que ya no había tanta y es parte del sello. Si al pasarte el juego no te ha parecido violento la ensalada de puños que hay en ciertas ocasiones no sé qué más decirte. Me muero por jugar a su segunda parte, por saber más sobre los dioses nórdicos, escuchar el tema principal en bucle y saber cómo continúa esta historia.